Corona Sunsets 2017, Nevados de Chillán

Era toda una incógnita asistir al primer festival Corona Sunsets que se realizaría en la zona. Se hablaba de un evento de embergadura mundial y que era un imperdible para todo quien guste de la música electrónica, no era precisamente yo la persona cuyas características cuadraran con este evento. Sin embargo, a última hora llegó la invitación para dar cobertura, por lo que en ese mismo momento armamos el equipo para acreditarnos y asistir, aún cuando el pronóstico del tiempo no era muy auspiciador.

El día había llegado y estaba lloviendo en Chillán, más en la cordillera la información era desalentadora al punto de que por un segundo pensamos en “tirar la esponja”. Y quedarnos en la comodidad del hogar. Pero, se sabe que saliendo de la zona de confort es cuando más posibilidades tenemos de vivir experiencias inolvidables en la vida y eso prevaleció a la hora de “levantar la raja” e irnos a Nevados de Chillán para asistir a un evento que, para mi a esa altura, era un misterio. Con la llegada al Valle Las Trancas tuve la primera sensación de que lo que venía era algo que no había presenciado nunca, porque aun cuando llovía y el cielo estaba totalmente cerrado (en la jerga del esquiador), no estaban pidiendo cadenas para llegar arriba, lo que sin duda ahorraba un montón de tiempo para comenzar a vivir nuestra experiencia en el Festiva Corona Sunsets 2017, en Nevados de Chillán.

A las 13:30 estábamos en el primer eslavón para ingresar al lugar meticulosamente habilitado para recibir a más de 3 mil personas. Nuestros nombres y RUT estaban en la lista de Prensa, lo que incluía los mismos beneficios de quienes compraron su entrada además de poder movernos libremente. En eso momento caía agua nieve y el viento era moderado, el frío era intenso pero nada que no pudiéramos soportar, aún más cuando estábamos con todas los implementos necesarios para enfrentarlo. Había que bajar unos 100 metros para llegar al Domo con la plataforma que cobijaba a los artistas, el recorrido tenía el encanto de bares y artesanos estratégicamente ubicados, todo diseñado con palet de madera muy acorde con el entorno blanco de la cordillera. Fue allí cuando me di cuenta de que iba a ser una jornada que no se vería influida por el clima hostil que imperaba, que no era ideal, pero estaba dentro de las posibilidades.

Para nosotros fueron 6 horas intensas, desde que llegamos nos impregnamos con esa onda electrónica que motiva al movimiento espontáneo de cientos de personas bajo el Domo, que cambiaba sus colores al ritmo del artista de turno, aromas de diferentes cepas de marihuana y Coronas por doquier. Hicimos la “pega” y disfrutamos como niños, sin duda un evento de marca mundial en nuestra cordillera que poco a poco se internacionaliza. 

Así llegamos.

Así mantuvimos el calor.

Y así nos fuimos…

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